Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos, este año me he portado pichí pichá, pero creo que lo suficientemente bien como para tener el valor de escribiros esta carta. A lo largo de las próximas semanas recibiréis innumerables cartas de niños (y no tan niños) pidiendo que les traigáis juguetes, ropa, videojuegos, etc. No me distanciaré de sus peticiones por el simple hecho de ser diferente, no, lo haré porque ahora mismo no necesito algo material para alegrarme.

Cuando salgo a la calle y hablo con algún amigo siempre le digo que andemos, y que después andemos para finalmente terminar andando. Mientras ando me gusta observar a la gente (no como hacen los sociólogos), y lo hago porque me causa curiosidad ver el estado de ánimo que tienen las personas a las que no conozco de nada. Aunque mayor curiosidad me causa el saber cómo me pueden ver ellas a mí.

Buf, en verdad me considero una persona optimista aunque ahora mismo me encuentre tristón, se que es posible que a veces pueda demostrar justo lo contrario, pueda ver tan sólo el lado malo de las cosas... pero en el fondo soy optimista. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y creo que es lo único que me queda.

Es posible que después de haber publicado esta entrada me arrepienta de haberla escrito y me entren ganas de borrarla, pero esto último no ocurrirá ya que, al fin y al cabo, son mis principios los que están hablando, y no tengo otros (cosa de la que presume Groucho Marx). Lo que pasará será que mañana leeré dicha entrada de nuevo y me extrañará haberla escrito. Ahí va mi única petición:

Ella.

Puede que no cumpláis mi deseo, por eso me dispongo a enviar un mensaje a la persona en cuestión para que sepa que me la he pedido para reyes, y que no me hace falta nada más para ser feliz. Sólo lo sabrá esa persona, los demás os lo podéis imaginar.