Cuando amanece no apetece

Me refiero a levantarse. Por las mañanas te encuentras tumbadito en tu cama y, aunque no estés dormido, es en el mejor sitio donde puedes estar. Te da igual lo que esté pasando en la calle, como si es el fin del mundo, tan sólo quieres disfrutar de ese momento de relax que te brinda el día y alargarlo lo máximo posible.

Pero esto no es un camino de rosas, ni mucho menos. Alguien muy aburrido y al que le gustaba muy poco dormir inventó un día aquello que todos conocemos como despertador. Dicho artilugio nos priva de esos momentos que tanto anhelamos y que he descrito anteriormente. Es inmune a las hostias, ya que nueve minutos más tarde vuelve a la carga. Y por qué nueve minutos? Un misterio aun sin resolver.

Al fin y al cabo la culpa la tenemos nosotros. Si no lo activáramos la pasada noche no nos despertaría y no tendríamos que levantarnos. El caso es que si luego no suena nos enfadamos enormemente, ya que llegaríamos tarde a algún sitio. Por todo esto y aunque me cueste decirlo, gracias despertador.

Sólo estar durmiendo es mejor que estar dormido.